lunes, 17 de febrero de 2014

Debate con Rengo Zamora -miembro de la CER- (Febrero 2014)

Rengo Zamora 
11 de febrero
https://mail.google.com/mail/u/0/images/cleardot.gif
Compa:

Le comparto un par de materiales que pueden hallarse
en nuestra página. Críticas, comentarios, etc., son -por supuesto-
bienvenidos.

-Posicionamiento elecciones FECH 2013 (ante las distintas listas
NM, IA, UNE-IC-FEL, La Chispa, ACR).

-Posicionamiento ante las elecciones nacionales 2013*:

*Esta declaración remata con ciertos palabrejas de tintura trotskista ortodoxa ("problemas nacionales") que sobre la base de caracterizar a Chile como un país semi-colonial se plantea -entre las medidas socialistas- la tarea de liberación nacional (como una de las tareas combinadas de la dictadura proletaria). Esta caracterización la hemos comenzado a cuestionar -se ha reabierto el debate-: Chile no es un país semi-colonial sino capitalista dependiente. No hay "liberación nacional" irresuelta, la burguesía chilena no es una mera "marioneta" de los grandes paises capitalistas, ni la "nacion chilena" es explotada
por éstos. Exige reformular radicalmente y delimitarse también de la actitud estatista y nacionalista de la izquierda tradicional ante las nacionalizaciones burguesas (del cobre, por ej.).

-Declaración de principios

-Análisis de la situación política general del movimiento estudiantil de ESUP y las tareas revolucionarias

Saludos!

------------------------------

Manuel Salgado 
12 de febrero 
https://mail.google.com/mail/u/0/images/cleardot.gif
Van algunos comentarios

atte
msm

Comentarios a la CER

Compañero Rengo Zamora, me pidió unos comentarios. Los doy:

En general, sus análisis me parecen correctos. Sin embargo, tengo algunas dudas respecto de ciertos puntos:

(i) La "laxitud" con la que se utiliza la denominación "reformismo". Se llega a hablar de "reformismo pequeñoburgués" incluso. Si bien Lowy de hecho en ocasiones utliliza incluso la expresión de "reformismo burgués", es mi parecer que debemos ser más rigurosos en su utilización.
Como yo lo veo (aunque no lo tengo totalmente resuelto), el "reformismo" nace en 1900 con el escrito de Luxemburg "Reforma y revolución". Antes nunca se habló de "reformismo" (e.g. Marx nunca habló de reformismo). En lo sustancial, esta polaca utiliza el término para desarrollar las implicaciones del revisionismo de Bernstein. Este suponía poner el acento en las nuevas capas medias, el evolucionismo acrítico, el rechazo de la pauperización de la clase obrera como tendencia objetiva, el rechazo de la teoría del valor, un eticismo neokantiano. En la práctica, esto se expresaba en la desestimación de la necesidad de la organización y el partido ("el movimiento lo es todo..."), el parlamentarismo y una tendencia a la conciliación con la burguesía. Sin embargo, toda esta amalgama teórica y práctica nace dentro de un partido marxista obrero (Bernstein fue un marxista parte del PSD alemán) -aún si la deriva revisionista de Bernstein se derive de cohabitación con los fabianos ingleses-. De hecho, para Luxemburg lo que a primera vista sorprende del reformismo es la concordancia de horizonte "socialista" entre éste y el marxismo revolucionario. Más allá de esto (que en alguna medida es criticable), lo esencial es destacar la base social obrera del primer reformismo.

Avanzando en el tiempo, "reformismo" se codifica clásicamente con Lenin, quien critica a Kautsky su nacionalismo y carácter conciliador (a partir de 1912). En 1916 ("El imperialismo..." de Lenin), Vladimir Illich destaca la base social del reformismo kautskyano (según Lenin, la aristocracia obrera sobornada por el pillaje imperialista de cada capitalismo nacional). Aquí, nuevamente vemos como el reformismo: a) nace de un partido marxista; b) tiene una base social obrera (aún si la misma supuestamente es privilegiada). Asimismo, Lenin critica fuertemente a Kautsky su "traición" (insultos tras insulto): un elemento que sugiere la coincidencia de horizonte entre el reformismo y el marxismo revolucionario.

En ambos casos criticados por Luxemburg y Lenin, la burguesía seguía teniendo sus propios partidos (incluso su fracción pequeñoburguesa). El reformismo se constituye, entonces, a partir de la parcial penetración de la ideología y métodos de organización burgueses en el seno de entidades originariamente independientes (en términos clasistas).

Eso en lo que hace a la dimensión genética del "reformismo". A mitad de los 1920s se acuña el nuevo término "centrismo" (entre el reformismo y el marxismo revolucionario según Trotsky), pero eso ya es arena de otro costal.

Avanzando en el tiempo, y llevando la discusión al campo nacional, diría que un referente reformista de importancia -capaz de iluminarnos sobre la naturaleza del reformismo- es el PC chileno (y su existencia bajo la UP). El PC tenía una base social obrera, era marxista y planteó en 1970 un horizonte poscapitalista (según ellos "socialista"). Esto fue lo que llevó a participar en la formulación del programa de la UP, el cual sí tenía algunos elementos progresivos y que, si hubiera sido aplicado realmente (Allende renunció a aplicarlo cuando asumió al firmar el "Estatuto de garantías"), es posible que hubiera llevado a algún experimento interesante. Sin embargo, lo que distinguía en términos de clase al PC y al programa de la UP era la inclusión del capital medio y pequeño dentro de la "fuerzas populares revolucionarias". En efecto, existía una diferencia "estratégica" entre esta "alianza antimonopolista" y un anticapitalismo obrero real y objetivo. Es que el horizonte poscapitalista de la UP era, en realidad, un "socialismo clasemediero". En esos tiempos (1950-1970) estaba en boga la tesis de la nueva clase tecnocrática (revolucionaria) en sus diferentes variantes. Una de ellas, interpretaba que esta nueva clase era un tipo de estrato burocrático como el de la urss, y que, a la vez, "capitalismo" y "socialismo real" tendían a converger: esas fueron la premisas que permitieron formular el "socialismo clasemediero" de la UP. Menciono esto porque este caso nos proporciona otro rasgo inherente al reformismo que antes se encontraba algo velado, el mismo señala la diferencia de horizonte entre anticapitalismo (genuino) y el reformismo. Mientras el segundo no apunta hacia la transformación del la división social del trabajo intra-fábrica (no apunta a transformar las relaciones de explotación o el "despotismo de fábrica"), el segundo sí lo hace (o debe hacerlo) -basta leer a Trotsky para entender que la rectificación del Estado obrero degenerado supone una tendencia en este sentido, la cual va de la mano con una orientación práctica definida hacia el igualitarismo material-. Si aceptamos, entonces, la diferencia de horizonte, vemos que el mismo está vinculado, por naturaleza, con una diferencia estratégica. Esto es, el anticapitalismo requiere necesariamente de la "independencia de clase", mientras el reformismo, al ser meramente "antimonopolista", renuncia a esta independencia. Y si aún se quiere hilar más fino, horizonte y estrategia se vinculan de alguna manera también con la "táctica": de ahí que la UP haya renunciado a aplicar su programa cuando asume el gobierno -es la táctica legalista lo que la inhibe a no llamar al plebiscito en 1971 cuando tenía más del 50% de los votos, es esta misma táctica la que la hace condenar la asamblea del pueblo (que estaba en el programa), etc-

Ahora bien, es muy importante no olvidar que el el PC reformista de 1970 era un partido obrero y marxista que llamaba a aliarse con el capital medio y pequeño; no tenía una base social burguesa o pequeño burguesa.

Paralelamente a estos desarrollos, en 1934 nace la estrategia (para mí no es una táctica) de los “frentes populares”. Sintéticamente hablando, podemos decir que los frentes populares (que existen como estrategia marxista-comunista hasta 1970 de manera central) son la reactualización de la tesis menchevique de la necesidad de la revolución democrático-burguesa. En lo que nos concierne, son los partidos reformistas (PCs en la periferia y partidos socialdemócratas en el centro), con su base social obrera y sus raíces marxistas  quienes adoptan esta estrategia. La misma supone la colaboración con las fracciones progresistas de la burguesía (aún no identificadas como antimonopólicas)

Por último, hay que recordar que el último desarrollo propio del reformismo (después pierde peso social) fue el eurocomunismo: el rechazo explícito de la necesidad de la dictadura proletaria junto a una tendencia en los PCs a incorporar una base social más de capas medias (pero este es un momento en que los PCs empiezan a incorporar elementos progres)

A partir de esto, podemos sintetizar algunos elementos propios del reformismo:

a) Nace del marxismo
b) Tiene una base social obrera
c) Su horizonte posclasista es un “socialismo clasemediero”, el cual se vincula a un tipo de estrategia determinada (antimonopolista con la UP). En el caso del reformismo de frente popular su horizonte posclasista es menos claro (se encuentra menos presente) 
d) Rechaza la dictadura proletaria (pero este es un momento en que los PCs empiezan a incorporar elementos progres)

Todo este largo mamarracho para dejar claro que el reformismo no puede tener una base social burguesa. También para enfatizar en el hecho de que reformismo no designa cualquier mero cambio dentro del mpc, sino que requiere de formular un programa definido con horizonte posclasista.

¿Cuál es la utilidad de realizar esta operación? Distinguir y sostener una política diferenciada según se trate verdaderamente de reformismo o no se trate de éste. En términos prácticos, existen otras denominaciones que abarcan de mejor manera ciertos fenómenos políticos-sociales actuales. Así, yo preferiría definir al autonomismo chileno como propiamente “progresista”, esto es, propugna libertades democráticas pero les sustrae su contenido de clase. El “progresismo” nace a mediados de los 1970s, reincorporando ciertos elementos propios del marxismo, bajo un prisma posmoderno sustentado en la temática de los “nuevos movimientos sociales” (NMS). Históricamente, viene a reciclar el radicalismo democrático pequeño-burgués que Marx a ciertos grupos que actuaron durante la lucha de clases francés entre 1848-1851. En lo fundamental, enarbola un discurso “ciudadanista aclasista” y su base social es burguesa.
Hoy muchas organizaciones tienen importantes dimensiones “progres”; en términos de “alta” política nacional: a) Meo es paradigmáticamente progre, pero se imbrica cierta defensa de un “socialismo” basado en la defensa de ciertas instituciones (fetichización del estado de bienestar); b) Claude incorpora también ciertas vetas progres, pero la mezcla, en su caso, con el desarrollismo de viejo cuño 

Asimismo, podríamos sumar el “populismo” al baile actual. Me parece que los compas de La chispa andan en esa. Esa es una discusión aún más larga…dejo algunos comentarios que escribí al respecto debatiendo con otros compas.





¿Quiénes serían reformistas el chile actual?

Hasta hace algunos años, el PC seguía teniendo importantes rasgos reformistas. Ahora es cada vez más progre y ciudadano.

(ii) Revolución socialista

Es un tema complejo, pero me parece que sería mejor hablar de revolución obrera (de los productores/explotados). ¿Por qué?

-          Porque te distingue de un vocablo que pueden usar hasta los social-liberales de la concertación

-          Porque designa al agente del cambio de manera enfática

-          Porque te vincula más estrechamente con el marxismo, primero en vincular la lucha obrera con la sociedad posclasista. Es que en tiempos de Marx se hablaba mucho de socialismo (Proudhon, Blanqui, Rodbertus, Owen, St Simon, Fourier), pero pocos lo ligaban sistemáticamente con sus bases materiales viables y efectivas (agente social del cambio)

-          Porque no prejuzgamos el carácter de la transición al comunismo. Por mi parte yo prefiero hablar de Estado obrero…

(iii) ¿Estatización o gratuidad?

Este es un punto que quiero me aclaren compas. El punto es que, si bien universidades estatales y universidades privadas están subsumidas bajo la lógica capitalista, no es menor la diferencia en la naturaleza formal de la propiedad. La cuestión es simple, las universidades estatales no tienen un patrón particular orientado hacia la ganancia individual; de hecho, las universidades estatales por lo general funcionan con números rojos (la uchile, que es la más elitizada, hace un par de años tenía un 2% de ganancia…). En cambio, en las universidades privadas no es así. Esto es importante porque, al establecer la gratuidad generalizada, estaríamos subvencionando la ganancia particular del capitalista que opera en las universidades privadas (el financiamiento es siempre a las instituciones nunca a los individuos). Dos elementos más: a) el plantel universitario más precarizado (cercano a una condición social obrera) hasta 2011 estaba en las universidades estatales de regiones, no en las privadas; b) el mundo de las privadas es muy heterogéneo, lo que dio pie para que se incorporara al confech en 2012 a la UAI


Como yo lo veo, la política correcta era (es) intentar reformular el confech: a) sacar a las privadas tradicionales; b) intentar incluir, selectivamente, algunas universidades privadas con estudiantes pauperizados; c) negar de plano la posibilidad de la efectivización de un supuesto sentido público en las universidades privadas (como quiso la jota en 2010); d) impulsar decididamente la política estatización con control comunitario a las universidades privadas que lucren y/o se vayan a pique (como lo planteó el PTR, los estudiantes de la U del mar, etc); e) enfatizar en tratar de una manera similar el tema de los CFT y los IP

En todo caso, para mí la gratuidad sirve desde una perspectiva de clase sólo si la entiende sin selección (acceso irrestricto)

Si bien universidades privadas y estatales están subsumidas bajo la lógica capitalista mercantil (aunque diría que esto es más profundo en el mundo privado), si queremos ganar posiciones en el mundo educacional (como ustedes proponen) es mucho más factible hacerlo sacando primero al patrón particular (expropiando); la manida democratización (triestamentalidad o cogobierno, definición de contenidos, apertura a la comunidad aledaña, eliminación del subcontrato, etc, etc) solo se podrá lograr bajo este marco. Sobre las virtudes de la estatización como estrategia de lucha, escribí esto a principios de 2012:


(iv) ¿Por qué omiten hacer un análisis de igualdad y la candidatura de Miranda?

Atte
msm

---------------------------------------------

Rengo Zamora
12 de febrero
https://mail.google.com/mail/u/0/images/cleardot.gif
Compa,

Muchas gracias por el intercambio,
le envío algunos comentarios a los puntos que plantea.

Saludos!

Compañero:

En primer lugar agradezco harto, sinceramente, que se haya tomado el tiempo de leer los materiales y compartir sus planteamientos.

Sobre los distintos puntos:

(i) Debiera darle más vueltas, pero por lo que planteas parecería que efectivamente - en términos estrictos- hemos hecho un uso muy “generoso” o abusivo del término. Al menos en relación al empleo que se ha hecho de éste en la tradición marxista. Aunque  me cuesta ver el impacto negativo en la política práctica que esto ha significado. Sospecho que –hasta ahora, al menos-  no lo ha tenido mayormente, o en absoluto. Puede que impida a futuro distinguir ciertos matices y saber qué esperar políticamente de una u otra organización/partido.  Francamente, voy a pensarlo mejor (y compartir, si es que estás de acuerdo, este intercambio internamente con otros compañeros/as).

Eso sí, asumiendo la base de tu crítica, agregaría que:

a) El reformismo (y el centrismo) no sólo puede ser de corte marxista, sino también anarquista (de base -o pretensión de estructurarse en- sectores obreros). De otro modo no tendríamos manera de caracterizar a organizaciones como la FAI o dirigentes de la CNT durante la Guerra Civil Española. En Chile tiene la importancia de que parte importante del mundo libertario está en ésa (con retazos “progres”, como señalas).

b) Me parece que el abandono de la lucha por la destrucción del Estado burgués y la instauración de la dictadura proletaria no comenzó con el eurocomunismo, sino que –hasta donde sé- se remonta ya a las discusiones de la misma Luxemburgo con Bernstein (este último planteaba la “democratización política del Estado” como medio “para la realización progresiva del socialismo);  o Lenin contra los “kautskianos” en Estado y Revolución. Incluso más atrás, el mismo Marx en su Crítica al Programa de Gotha rechazó la idea de “Estado popular libre” que defendido por el Partido Obrero Alemán.

(ii). Me parece importante, como planteas, destacar al agente. Ahora, creo que en términos estrictos e integrales, para definir el carácter de la revolución también debemos incorporar
su “tarea fundamental”. Con todas sus letras, debiera plantearse como revolución proletaria y socialista. Advierto esto porque hoy, por poner un caso, un partido como el PC(AP) si bien reconoce en su programa a la clase obrera como “la principal fuerza de la revolución”, al mismo tiempo se ciñe a una estrategia “por etapas”:  para ellos hoy la revolución en Chile sería eminentemente de contenido “anti-imperialista/democrático-popular”. Me parece que es similar el caso del FEL/OCL con su “ruptura democrática” (en sus momentos de mayor bravura  “izquierdista” pueden incluso llegar a hablar de la clase obrera como agente principal, pero al mismo tiempo planteando que el objetivo estratégico de la “etapa” actual es conquistar una “democracia de masas” (tienen los ojos puestos en el chavismo como modelo de capitulación).

(iii). Reconociendo la heterogeneidad social del estudiantado, una organización revolucionaria en el frente estudiantil debe estructurarse, fundamentalmente, en el sector precarizado (como dice, cercano -por origen y destino- a una condición social obrera). En esa perspectiva, creemos que es un gran error dividir las filas precarizadas (“proletarias”) del estudiantado sobre la base de si pertenecen a instituciones educativas del Estado burgués o no. Sin embargo, esta es la política actual de buena parte de la izquierda al plantear que la gratuidad  -como demanda organizadora y movilizadora- debiese ser exclusivamente para los estudiantes de instituciones educativas estatales (o sea, universidades). Esto se agrava si tomamos en cuenta que la mayoría de los compañeros/as precarizados  estudia en el sector privado. Sólo a modo de aproximación, si tomamos datos de “quintiles”: de los dos primeros quintiles, un 37% que se matriculó en ESUP el 2011 lo hizo en CFTs e IPs , un 32% en universidades no-CRUCH y un 31% en universidades del CRUCH. Según la encuesta CASEN 2009, del primer quintil matriculado en ESUP el 33% estudia en CFT e IP (sólo el 10% en universidades); del segundo quintil los hace el 45% (vs. el 14% en ues.); tercer quintil 46% (vs. 17%); cuarto quintil 45% (vs. 23%). No debiera extrañar entonces que la mayoría de estos compañeros de ESUP no se movilice: la mayoría de la izquierda (y ciertamente la dirección política del mov. estudiantil de los últimos años) privilegia el buen cuidado y fortalecimiento del Estado burgués y su aparato.

Entonces, como CER reivindicamos la gratuidad transversal  no en un sentido de “derecho social de toda la humanidad” (es decir, incluyendo al hijo de cualquier burgués y estudiante de la U.Andes), sino como demanda que refleja los intereses del estudiantado precarizado -que estudia tanto en estatales como privadas (sobre todo en estas últimas)- y que permite llevarlos a la lucha, modificando  la “correlación social” al interior del mov. estudiantil, y abriendo así un campo mayor para la lucha por una dirección política revolucionaria al interior de éste (o como tendencia importante).

Aclaro que esto no lo hacemos demagógicamente al costo de transgredir nuestros principios: sencillamente no vemos  problema en que el Estado, como “capitalista colectivo”,  subvencione la ganancia particular de tal  o cual capitalista.  Tampoco es que estemos “a favor”, sino que sencillamente creemos que eso es un asunto que compete a la burguesía...que ella y sus políticos resuelvan los mecanismos de financiamiento, o si acaso le conviene más estatizar la educación privada, etc. Creemos que sólo así es que podemos fomentar una real independencia política ante la burguesía y su Estado; lo que a nosotros nos concierne es darle una expresión política, en perspectiva revolucionaria, al estudiantado “proletario” y en ese camino la gratuidad transversal es hoy una de las demandas fundamentales.

Del mismo modo, al luchar por “mejor salud” sería un disparate demandar que el Estado sólo emplee vacunas, medicamentos, equipos, etc., producidos por una empresa estatal, o –en su ausencia- reivindicar la creación de una productora estatal (burguesa) de vacunas. De nuevo, hasta que el proletariado no conquiste el poder esa parte del asunto la deben resolver ellos. Asimismo, podemos luchar por un pasaje escolar gratuito sin demandar al mismo tiempo que el Transantiago pase a manos directas del Estado burgués (¿qué beneficio traería eso? ¿Habría necesariamente un mejor “sistema de transporte”?). Como se ve, tampoco estamos de acuerdo con un plan de estatizaciones burguesas como “viga maestra” de una estrategia revolucionaria.

En el fondo, de lo que se trata es de mantener firmemente el siguiente  criterio: en la lucha por demandas básicas no debemos ponernos a asesorar a la burguesía y sus políticos respecto a los mecanismos de financiamiento, resolución, etc. Me parece que hacerlo y ponernos a razonar como estadistas burgueses sólo lleva –en mayor o menor grado- a la colaboración con el capital y su Estado, ahogando la lucha por la independencia de clase.

En ese mismo sentido (y esto se lo comentaba a un compañero, Rolando Astarita –digo porque voy a copiar y pegar esta parte), reivindicar o no estatizaciones burguesas bajo el criterio de “si impulsan una distribución más igualitaria del ingreso” termina siendo pernicioso para la independencia política de los explotados ante el capital y su Estado. 

Por ejemplo, el gobierno burgués chavista ha pretendido aislar y reventar las huelgas en SIDOR, siderúrgica estatizada, aduciendo que se trata de una empresa “de todos” y que su paralización merma las arcas fiscales del Estado (burgués) y por tanto los gastos sociales del gobierno (http://www.2001.com.ve/con-la-gente/maduro—si-sidor-se-para-indefinidamente-estaria-en-peligro-la-gran-mision-vivienda-venezuela-.html).

Otro caso, el gobierno contrarrevolucionario de Allende presentó argucias de la misma calaña para aplastar huelgas en empresas del cobre estatizadas. Dijo Allende ante la huelga de los trabajadores de El Teniente en 1973: “Ser trabajador del cobre en este país es un privilegio desde el punto de vista patriótico y revolucionario [...] del cobre depende que podamos comprar repuestos, materias primas, insumos, alimentos y medicamentos.” Naturalmente, fue reprimida sin contemplaciones por el gobierno, acusándolos de “economicistas”, se contrató rompehuelgas y se ordenó la militarización de las provincias. (http://www.youtube.com/watch?v=eUlc2tiDQKI).

Sin embargo, como se hace evidente, es muy difícil enfrentar estas ofensivas patronales si la izquierda, en primer lugar, apoyó su estatización bajo la misma premisa de “distribución más igualitaria” (por más que uno incluso desenmascare el carácter burgués del Estado). Es una política que luego es hábilmente explotada por gobiernos burgueses, llevando a la división de las filas obreras entre quienes trabajan en empresas estatales y privadas, en donde los primeros son sacrificados en ofrenda a los “intereses superiores de la patria”. Por otro lado, en la medida que la izquierda se desentiende de estos conflictos, subordinándose a tal o cual gobierno “progresista”/”socialista” y el criterio “distribucionista”, se abre el camino para que estos sectores obreros caigan bajo influencia de organizaciones de derecha y fascistas (eso pasó en la famosa huelga de El Teniente).

De nuevo, debemos luchar sin razonar como “estadistas” (del Estado burgués, se entiende).

*Coincido con que no podemos sencillamente incluir a todas las privadas en la CONFECH sobre una base democratista abstracta. Hay que luchar al interior por que esto se haga con criterio de clase, evaluando caso a caso.

*Me parece correcto luchar por el acceso irrestricto (fin a la PSU y otros filtros de ingreso), aunque siempre dejando en claro las limitaciones que impone el capitalismo para que no sea realmente “irrestricto” en relación a la juventud “precarizada” (compañeros/as que del liceo sencillamente pasan directamente a trabajar, o desertan, o son expulsados por echarse ramos dada su formación previa, etc.).

*En cuanto al debate sobre el “sentido público”. Creo que la lucha ideológica con el PC y la Jota no debe consistir en refutar el supuesto “sentido público” de tal o cual institución de educación privada. Si hacemos eso lo único que estamos propagando es la ilusión de que el Estado y sus instituciones educativas sí tendrían un “sentido público”, puesto que son “de todos” (es decir, son “neutrales”, por sobre la lucha de clases,  y no tienen -en principio al menos- un carácter burgués).  Me parece que si optáramos por esa vía de ataque nos estaríamos mimetizando con la izquierda “anti-neoliberal” (con su base programática anclada en el seudo-enfrentamiento Estado/Mercado). Considero que una lucha ideológica marxista debe partir por desenmascarar el carácter burgués del “sistema educativo” en su conjunto, estatal y privado.

*Ante la quiebra de la U. del Mar, sí nos parecía necesario que los estudiantes demandaran su estatización para así no quedar en la calle. Fue criminal el abandono que hizo la dirección del CONFECH de estos compañeros/as.

Sin embargo, era necesario, fundamental, hacer la prevención de que no cambiaría su carácter de clase por el hecho de pasar a manos del Estado burgués (como contraejemplo: el PTR/ACR sencillamente se montó sobre las ilusiones estatistas).

Ahora, como CER no estamos de acuerdo con  la demanda de “estatización bajo control comunitario”, que no es sino una adaptación estudiantil de la clásica demanda trotskista de “estatización bajo control obrero” (ojo, no uso la palabra “trotskista” en un sentido peyorativo al modo libertario o estalinista).  La razón es la siguiente: por su propia naturaleza, la estatización burguesa es una demanda, no una imposición. No es sólo una apelación “jurídica”, sino que su contenido real es exigirle a la burguesía que mediante su  Estado y burocracia asuma las palancas administrativas de tal o cual empresa.  El control obrero (o el “control comunitario”), por el contrario, es hijo del doble poder, se impone revolucionariamente en oposición y por sobre la burguesía. No por nada Trotsky lo concebía  en virtud de  “una superioridad indiscutible de las fuerzas políticas del proletariado sobre las del capital”. En este sentido, concordamos con las tesis de la Internacional Sindical Roja: “El control obrero es incompatible con el principio bipartidista planteado por la burguesía, con la nacionalización [burguesa], etc. Opone la dictadura del proletariado a la de la burguesía” (1921).

Sucede que un control obrero que se “demanda” o se concede dadivosamente desde arriba no es más que  un acuerdo entre obreros y burgueses/burócratas estatales, pavimentando el camino a la institucionalización de la colaboración de clases, con la integración-cooptación de los dirigentes sindicales, su coronación  como burócratas ejecutores de tareas patronales,  la sustitución de los métodos de lucha  por  mesas de diálogo, el disciplinamiento de las bases obreras al servicio de la patronal e intereses estatales burgueses, etc.

En el fondo, diferimos del modo en que el trotskismo entiende las consignas transicionales. Creemos que éstas, por su propia naturaleza, sólo pueden tener un sentido en una situación revolucionaria, de doble poder, o derechamente tras la conquista del poder obrero.  Pero plantearlas urbi et orbi, en toda situación de la lucha de clases, introduce –por lo bajo- confusión en las filas obreras y estudiantiles, o –en el peor de los casos- lleva a la colaboración de clases (como es el caso del control obrero: ver la situación en Venezuela…como ha dicho un dirigente sindical: “no hay ningún control obrero […] lo que hay son obreros controlados”).

*Aunque da para discutirlo muchísimo más –y debo/debemos estudiarlo más profundamente- el problema de fondo tras este particular uso de las demandas transicionales está en las tesis clásicas del imperialismo/capitalismo monopolista (distinguiéndosela del capitalismo competitivo, “a lo Marx”). Puesto que este sería un “capitalismo en decadencia”, “toda demanda  seria –dice Trotsky- sobrepasa los límites de las relaciones de propiedad capitalista y del Estado burgués” (PT).  Concuerdo con el compañero argentino Rolando Astarita con que no hay forma de encajar estas tesis con la realidad, por lo que las consignas transicionales para todo momento y lugar terminan siendo mera fraseología]

*Si bien hasta ahora como CER hemos reivindicado el cogobierno triestamental, en lo personal –y junto a otros crxs.-, estamos por rechazarlo, dadas sus implicancias para los trabajadores en las instituciones educativas (por los mismos motivos señalados arriba).

(iv) En retrospectiva, autocríticamente, creo fue un error político no haberla incorporado en ese momento. Quizá pesó el hecho de que al elaborar y publicar la declaración era MC quien parecía ocupar –en términos muy generales- el “nicho” de Miranda, es decir, el amplio espectro “anti-neoliberal”. Aunque probablemente el votante promedio de Miranda haya sido ligeramente más “a izquierda” que el de Claude, en cualquier caso -más allá de odiosidades “identitarias” entre ambos bandos- me parece que están ligados por importantes vasos comunicantes. No fue casualidad que en medio de la campaña electoral un sector aparentemente importante del PI quebrara políticamente, agarrara sus maletas y se instalara en TALM. Si bien como CER hace falta un análisis colectivo al respecto,  en términos personales me parece que la candidatura de Miranda expresa una “síntesis”  entre vertientes populistas (“que el pueblo mande”/lo poblacional) y el progresismo “radical” tipo Gabriel Salazar (y su Frankenstein de “poder popular constituyente”). Esto se cristaliza políticamente en su estrategia denominada “vía popular a la constituyente”.

Eso, compañero, y perdone la extensión. Como dijeron por ahí, “le envío este extensa carta porque no tuve tiempo para escribirle una breve”. Espero haber sido lo suficientemente claro respecto a los distintos problemas.

Saludos!

--------------------------------------

Manuel Salgado
13 de febrero
https://mail.google.com/mail/u/0/images/cleardot.gif
Envío nueva respuesta

Un gusto el debate (realmente ayuda a afinar los argumentos)

atte
msm

Nueva respuesta a los cabros del CER (al compa Rengo Zamora)

I. Reformismo y centrismo

No soy un versado en la Guerra civil española, pero me parece que el “centrismo” se ubica entre el reformismo y el marxismo revolucionario. Es heterogéneo en sí mismo (Trotsky dijo que es casi imposible dar una definición “positiva”), pero dos de sus rasgos son relevantes en nuestra discusión: a) tiene base social obrera; b) es ecléctico y utiliza terminología marxista “pareciendo” revolucionario. Podríamos considerar al poum español como típicamente centrista…

II. Socialismo

El punto es qué entendemos por “socialismo”. Ahí sí que confundimos y no distinguimos. ¿Es igual al comunismo como plantea Chattopadhyay? ¿Es la fase transicional al comunismo como plantea Lenin? ¿Viene necesariamente después de la dictadura obrera? ¿Cómo se relaciona con ésta? ¿Existe una transición de la transición, como dirá Mandel, una fase previa larga anterior al socialismo?, etc, etc. En este sentido, más allá de algunos estalinistas y maoístas, ningún progre, reformista o antineoliberal hablará de su horizonte como “comunismo”. En cambio, sí hablará de su horizonte como “socialismo”. Por tanto, en el contexto de la lucha práctica, si utilizamos el horizonte “socialista”, operaremos con un mero término con multivocidad equívoca de significados. Por contraste, el comunismo (como horizonte) no tiene ese carácter tan amplio y difuso. Más que nada, para el compa de a pie, éste es identificado con la urss y/o los PCs. Yo prefiero esta confusión a la otra. Porque es una confusión que no traspasa barreras de clase (de ahí la discusión sobre el reformismo anterior). En términos prácticos, en el momento de aclaración, solo deberemos especificar que con comunismo no nos referimos a la urss ni a los PCs, sino al igualitarismo de un Trotsky (por ejemplo). Además, en términos de origen y tradición, el comunismo es más radical y tiene una base de productores/explotados más clara que el socialismo. Esto porque fueron los rabiosos (e.g. Babeuf) durante la RF quienes elaboraron esta noción. Por el contrario, de socialismo te hablará el capitalista Owen, el aristócrata St Simon, el pequeñoburgués Rodbertus, la socialdemocracia light de de 1990 y (en Chile actual) Escalona y Fernando Atria. En este caso necesitaremos muchas más aclaraciones.

En términos de “lo transicional”, yo prefiero hablar de Estado obrero (una forma de establecer la dictadura proletaria a la Lenin). La cuestión esencial, como yo lo veo, es definir el contenido de las tareas a realizar por este Estado (transicional). Más allá de expresar el resultado de una victoria de los explotados por sobre los explotadores (y de continuar la lucha de clases contra todo aquél que intente seguir explotando), entiendo que estas tareas esenciales serían (no jerarquizadas): a) tendencia igualitarista irrenunciable (con su correlato de repartición democrática de las tareas); b) libertad positiva (definición democrática del “qué, quién, para quién, cómo y cuánto” se produce); c) extensión regional y mundial de estas conquistas (apoyo a los explotados de otros estados, etc).  

Último apunte: no por nada Chávez y Morales pueden hablar sin sonrojarse demasiado de socialismo (del siglo XXI en uno de los casos); no hablan de “comunismo…”. Otro caso, urgente y actual, de cómo el “comunismo” distingue y genera mayor independencia  que el “socialismo”

Otra cuestión es el anticomunismo acendrado en toda AL por la política de Guerra fría implementad por los yanquis hasta 1990 (y después de eso también). Es claro que si nuestro horizonte es designado como “comunismo”, quizás seremos menos populares a corto y mediano plazo…quizás esto sea necesario para generar la política principista propia del marxismo…

III. Composición social educación terciaria

Le planteo en el trabajo que le mando que los estudiantes universitarios más precarizados hasta 2011 estaban en la ues estatales de regiones. Si usted concuerda con la necesidad de unificar bajo un criterio de clase, entonces, a nivel universitario, la cuestión sigue teniendo ribetes que lindan con el carácter de la propiedad
A nivel de CFT e IP la cuestión de la propiedad no se plantea, porque la  dimensión estatal simplemente no existe (hasta donde sé)

IV. Estatismo y gratuidad

a) Si la cuestión es “incorporar más compas (hijos de obreros) a la lucha”, entonces la pregunta que hay que responder es bajo qué condiciones esta lucha puede existir y desarrollarse con más y mejores posibilidades. Hay varias maneras de encarar esta pregunta

(i) En términos funcionales, Estado y empresa privada son estructuralmente diferentes (weber está equivocado en su analogía). El capital privado está dirigido al beneficio y el Estado no lo está. Si bien las funciones del Estado son amplias y complejas de definir (cuestión que trato más abajo), ya esta delimitación “negativa” nos permite aprehender una dimensión fundamental  de la diferencia entre ambos: el estado puede no subordinarse a la lógica de costos mercantiles, el Estado (bajo una formación capitalista) tiene la posibilidad de operar en cero o con números rojos. Esto le quita una barrera de contención importante a la hora de generar espacios de lucha (lo que usted  llama incorporar más compas a la lucha). Ante la ampliación del acceso, la democratización de la institución, etc, el Estado no puede argüir “los números no nos van a calzar”.

(ii) En términos económicos, el Estado tiene la posibilidad de no vender mercancías capitalistas. Un privado tiene mucho menos posibilidades (e.g. corporaciones, fundaciones) de esto. Asimismo, la ampliación de las estatizaciones reduce la esfera de inversión del capital privado, generando más posibilidades de crisis e inestabilidad (e.g. aumenta la guerra competitiva entre capitalistas).  Por otra parte, los miembros de la entidad estatizada hacen la prueba con la planificación, viendo cómo la misma es imposible y negada por la anarquía mercantil capitalista. Así, existen posibilidades de cuestionar la premisa (mercado capitalista)

(iii) En términos políticos, la movilización reivindicativa bajo la propiedad estatal adquiere rápidamente un carácter político. Esto lo vimos en Hungría y Polonia en 1956, en Alemania del este en 1953, en Bolivia en 1985, etc: estos ejemplos no son gratuitos, para mí el mismo es un rasgo estructural-general. La misma huelga en Sidor es un ejemplo: antes que preguntarnos acerca de cómo responden los patrones ante la paralización, nos tenemos que preguntar por qué en Sidor (estatal) pudo darse este tipo de lucha. En el caso boliviano actual (que estudio ya hace un tiempo) suceden cosas similares.

La cuestión es que la dimensión política del problema colinda de manera muy estrecha con las funciones propias del Estado capitalista (i). El Estado capitalista no es mero instrumento de la clase explotadora, no sólo domina, no sólo reproduce las rsp, no sólo organiza a la clase dominante y desorganiza a la clase dominada; el Estado, en tanto “capital en idea” (Engels), requiere generar “legitimidad”. No me estoy poniendo gramsciano, pero me parece que esta necesidad estructural, de hecho abre espacios de lucha (pongo un ejemplo: en la Bolivia actual existen movilizaciones en empresas estatales, las mismas se conocen a la brevedad y se llega al momento de negociación en ocasiones; en el caso del mundo privado (muy mayoritario) nadie conoce lo que está sucediendo (con los obreros) porque la dirección del trabajo no tiene recursos ni voluntad para implementar derechos democráticos mínimos (precondición de cualquier movilización).

(iv) En términos concretos, hoy, en el Chile actual, las posibilidades de movilización (de lucha y organización) son mucho mayores en la ues estatales. Los compas en las privadas ni siquiera pueden tener organizaciones estudiantiles (e.g. en la central acaban de echar a unos cabros sólo por organizarse, sin siquiera justificar la medida; en la hurtado sucedió esto en 2012…y estamos hablando de universidades privadas que se venden como democráticas). Y esto no se da porque en el mundo privado los patrones sean malos y en el estatal no lo sean. Se da porque las instituciones estatales no tienen patrón particular (más allá del estado como patrón abstracto). En las entidades estatales lo que existe es una subsunción al mercado capitalista, pero una subsunción en el cual las decisiones son en alguna medida más anárquicas que en la esfera privada

Al final del día, respecto de este tema hay que plantear las cuestiones de urgencia práctica:

-          Si mi objetivo es incorporar más compas a la lucha, ¿Dónde tendrán éstos mayores posibilidades de organizar esta lucha?
-            Si mi objetivo es infligir daño a los explotadores, ¿qué harán éstos si ofrezco subvencionarles o financiarles su negocio otorgando educación gratuita en el mundo particular?: 1) Celebrarán la medida; 2) Invertirán en educación, mercantilizando más todavía la vida social de manera directa, aumentando su base de acumulación y ampliando su esfera de explotación. Más todavía, ¿qué sucederá con éstos si sólo propongo gratuidad estatal y su ampliación como tendencia?: 1) Atacarán la medida; 2) Verán su base de acumulación/explotación reducida

b) Si la premisa es generar, hacer perdurar y desarrollar la independencia de clase, manteniendo el objetivo a), entonces el problema pasa por la jerarquización que realicemos entre ambos. Si enfatizamos en “a” siempre está el riesgo autonomista. Si enfatizamos en “b” está el riesgo colaboracionista (como usted bien señala). Si bien de entrada tiendo a entender que debe otorgársele prioridad a “a”, no tengo el asunto resuelto. Algunos elementos que ayudarían a la hora de abordar esta cuestión serían: a) elaborar una propuesta materialista; b) desarrollar un planteamiento histórico. En términos materialistas (a) parece ser que debe otorgársele prioridad a “a”. Aquí no nos preguntamos si debemos apoyar un sindicato “amarillo” o uno” independiente” (la respuesta es obvia, aún si el “amarillo” pueda tener más recursos y otorgar más beneficios cortoplacistas a sus miembros); nos preguntamos si la organización obrera debe priorizarse por fuera o por dentro de la entidad estatal en tiempos “normales” (inexistencia de crisis prerrevolucionaria y revolucionaria). Pienso que, materialmente, existen más posibilidades de meramente existir (pero también de desarrollarse) “por dentro”. Esto porque el Estado tiene el monopolio de la fuerza y la violencia. Históricamente (b): 1) las organizaciones obreras lucharon por incorporarse al Estado capitalista (e.g. sufragio universal para los cartistas, para Marx incluso); 2) las organizaciones clandestinas (típicamente guevaristas) desaprovecharon una infinidad de buenas oportunidades revolucionarias en AL (como señala Nahuel Moreno).

En fin, la cuestión es cómo potenciamos “a” manteniendo la independencia de clase. Creo que esa es esencialmente una respuesta práctica.

V. “Mera redistribución”, demandas transicionales y período normal de lucha de clases

La pregunta no es “quien entrega un mejor sistema”, sino dónde tengo mayores posibilidades de lucha desde la perspectiva de los explotados. En lo anterior, he deslindado cómo bajo propiedad estatal estas posibilidades son mayores (carácter directamente político que adquieren las huelgas, necesidad de legitimidad, inexistencia de un patrón particular, estrechamiento de la base de acumulación/explotación de clase capitalista, no irrenunciabilidad de la orientación al beneficio, experiencia con el método de planificación, etc)

En los razonamientos anteriores he puesto el foco en “dónde tenemos más posibilidades lucha desde la perspectiva de los explotados”, no en una mejor distribución del ingreso. Por lo demás, he fundamentado cómo, en momentos de lucha de clases normal (no situación revolucionaria ni prerrevolucionaria) las posibilidades de lucha se amplían.

Si se arguye que los “treinta dorados” (1945-1975 en Europa) muestran cómo nuestra tesis no se cumple (supuesta estabilidad), podemos responder: a) la relativa estabilidad es más corta de lo que se cree (sólo de 1950 a 1968); b) la misma adviene luego de la guerra mundial más devastadora y terrible que ha existido (y bajo el temor nuclear de que otra vuelva a suceder); c) el período mencionado fue uno de excepcional crecimiento capitalista y renovación radical la base tecnológica (lo cual pudo tener que ver con la existencia de propiedad estatal, pero esto no es necesario ni a priori detemrinante); d) existencia de un estado obrero degenerado y otros obreros deformados que amenazaban al mpc y limitaban su competencia interna destructiva

VI. ¿Estado instrumento?

Un punto axial de nuestro debate está dado por el hecho que usted unilateraliza la tesis leninista que considera al Estado como mero “instrumento”. El estado tiene “autonomía relativa” (con respecto a los capitalistas particulares y sus organizaciones). Poulantzas tiene algo de razón. Desarrollo un poco esta cuestión:

a) El Estado no es mera expresión del sujeto-clase “burgués”, sino que está traspasado por conflictos interburgueses. La misma tarea del Estado burgués, organizar a la clase dominante/desorganizar a los dominados, requiere la formulación explícita del conflicto y la contradicción. De hecho, el sujeto-clase burgués no existe como “sujeto”. No es uno ni se encuentra unificado; está traspasado por la competencia guerrera. Existe como clase agencial determinada por un conflicto interno constitutivo. Así, una estatización bajo una formación capitalista es, ciertamente, burguesa.  Pero esto no implica mero dominio no contradictorio. Implica medidas irracionales que llevan a la crisis (analogía con la TDTMG). El capitalismo no es un modo de producción que se autorreproduce meridianamente, excepto cuando el proletariado le plantea lucha frontal. El capitalismo supone las crisis (que plantean el momento y la posibilidad de la superación de este modo de producción), se organicen los obreros en partidos revolucionarios o no. Una estatización puede acusar las contradicciones burguesas (políticas y económicas).

b) Las medidas que adopta el Estado capitalista no son meras voliciones de un sujeto-clase, consciente éste de todas sus causas y posibles consecuencias (y capaz de manipularlas). Una determinada acción estatal expresa una correlación de fuerzas, una demanda puede ser impuesta (hasta cierto punto). La lucha tiene condiciones materiales (e.g. Marx luchó por el sufragio universal masculino, por la jornada de 10 horas, etc). Una estatización va en el mismo sentido (y tiene mayores posibilidades de desarrollo todavía)

c) Plantear la estatización “con control obrero” es muy necesario porque: i) otorga una lectura práctica inmediata de lo que constituye el horizonte mediato (forma transicional); ii) recuerda que el Estado no es neutral y que tiene un contenido de clase; iii) llama a transformar las relaciones de producción/explotación; iv) si esto se materializa en algún punto de la formación social, nos indica que estamos en una situación plausiblemente prerrevolucionaria (funciona como guía para la acción...)

VII. Sentido público

Por todo esto: “carácter directamente político que adquieren las huelgas, necesidad de legitimidad, inexistencia de un patrón particular, estrechamiento de la base de acumulación/explotación de clase capitalista, no irrenunciabilidad de la orientación al beneficio, experiencia con el método de planificación, etc)” …el mentando sentido público sólo tiene posibilidades de ser “probado” bajo propiedad estatal. Que los agentes experimenten la posibilidad de materializar este sentido público, pero que a la vez vean frustradas sus expectativas en tanto continúa vigente la anarquía del mercado capitalista, es una cuestión de importancia sustantiva.

VIII. Miranda, Igualdad y Claude

No comparto su lectura de Miranda e Igualdad. El mismo hecho que usted destaca para asimilarlos, yo lo destaco como positiva iniciativa de diferenciación/independencia. El sentido de clase de facciones dentro de Igualdad les imposibilitó apoyar decididamente a un candidato y programa pequeñoburgués. En términos de discurso, ni siquiera Allende planteó un discurso clasista tan claro como Miranda en los debates de fin de año (por contraste, a Claude lo apoyaba orgánica y fuertemente Pablo Varas, quien sostiene que está pasado de moda hablar de “clase obrera”). En términos de programa, hasta donde se Miranda no planteó desarrollar el capitalismo mediante un apoyo a las pymes y el capital privado en la minería. Y en términos de base social, Igualdad tiene un componente obrero no menor.

Sobre Claude y Miranda:





Un gusto el debate (ayuda caleta a afinar los argumentos)…

atte
msm